viernes, 4 de marzo de 2011

UNO QUE NO ES DE VAQUEROS... SINO DE CUETEROS.

UNO DE CUETEROS.


Un extremos de la vida está precisamente en trabajar exponiendo a cada momento tu propia existencia. Todos los empleos tienen riesgos, pero algunos son potencialmente peligrosos… por ejemplo de los pirotécnicos.

El siguiente es un cuento dedicado con mucho cariño para todos mis amigos “los cueteros” de todas partes de nuestro país, pero especialmente a los de Mixquiahuala y los de San Pedro de la Laguna, Zumpango y muy especialmente a los que se adelantaron en esta vida.


Es la mañana del sábado 9 de septiembre del 2000 cuando a nivel nacional algunos festejaban el “cambio” apenas unos meses de saber los resultados de la elección presidencial en la que Fox resulto ganador; “el tripas” coordinaba a los demás trabajadores del taller con su muy particular estilo.

- Orale pinche “Tasvo” te toca ponerle barro al carton para la cargar la luz de brillo.
- No te hagas pendejo “Nico”, ni creas que tu pinche greña me espanta.
- Ven para acá “profesor” ayúdale al “Taquei” a barrer.

A cada uno de los mas de 20 trabajadores les asigno su tarea, entre chistes, bromas y platicas amenas, como siempre priva un clima de camaradería que no se da en otros talleres. “Don Tacho” que es el dueño de la empresa viene bajando las piedras que sirven como escalera para llegar, con una mirada recorre el lugar, silenciosamente se aproxima, como queriendo que su presencia no se note, siempre ha sido así. Transmite con su presencia autoridad y respeto sin llegar a decir palabra alguna. En su cuerpo se observa la huella de un trabajo intenso de más de 30 años que dejo cicatrices y marcas profundas; a pesar de todo sigue siendo el mismo con todos sus trabajadores que llegan hasta 25 en esta temporada en que nos preparamos para una fecha especial para todos los mexicanos.

Debajo de los mezquites que con su sombra proporcionan el lugar ideal para un trabajo al aire libre, realmente se disfruta el paisaje; al fondo de la barranca se escucha el rio Tula y a tan solo 20 metros de distancia esta una peña con impresionantes cascadas de agua cristalina, con el sarro se han creado figuras que despiertan la imaginación. Al paso de miles de años se ha formado un escenario maravilloso, que tienen como fondo el cerro del elefante que custodia silenciosamente a los que vivimos enfrente.

De pronto “el camay” se levanta de su silla, alguien coloco una espina debajo de su esponja que coloca para que no se canse, ese alguien esconde su nerviosismo entre la risa de los demás. El del piquete amenaza con arrojar engrudo los que le rodean, pero inmediatamente las mentadas y otras groserías le impiden.

- Orale pendejos, dejen de estar jugando y apúrense porque en la tarde va a llover y no quiero que al rato estén chingando que no terminaron de cargar la luz - grita Cirilo desde donde se encuentra mezclando las sustancias químicas que habrán de dar color a las luces multicolores de los castillos. Inmediatamente los demás trabajadores le responden con apodos para el capataz, unos le llaman “tripa”, “guante”, “abuelo”, “maestra Cirila”, etc.

Como es sábado, Don Tacho ha llamado a uno de sus empleados para que tome su bicicleta y vaya al centro a comprar las “percansas” así es como le llaman a las viceras de carnero que venden en “los cazos” del mercado; no tarda en regresar con el encargo y a 50 metros de las mesas de trabajo prende el fuego para preparar la comida, además trajo refrescos, frituras, chiles y cebollas.

–A comeeeeeeeer- grita ese mismo individuo a todo pulmón, son ya las dos de la tarde. Los más de 20 trabajadores se juntan alrededor de la comida, buscan vasos para el refresco, los olvido el mandadero y sin embargo son tan creativos como para sustuirlos con botellas vacías a las que cortan por mitad a manera de vasos.

Generalmente los días sábados la jornada termina entre las dos y tres de la tarde, pero en esta temporada la demanda aumenta. Hay tres castillos para quemar en fiestas patrias en Progreso, Atotonilco y Tepatepec; por eso hoy saldremos mas tarde.

Después de la comida cada uno regresa a su labor, al parecer lo disfrutan. Detrás del taller hay unos arbustos, hasta alla se han ido algunos para fumar un cigarrillo, tiene la creencia de que habrá mejor digestión.

Paulatinamente regresan todos a su labor. Olvide decir que para llegar al taller hay que bajar por varias terrazas. En una de ellas esta tendida al sol, la “luz” de todos los colores. Se trata de los cartuchos que contienen los elementos químicos que dan colorido a las figuras en los castillos. Repentinamente se escucho un sonido, como si un globo reventara. Inmediatamente “el ranas” se levanto de su lugar, es el mas cercano al fuego que acaba de iniciar, sabe que su vida corre peligro…gritando da el aviso. Las llamas se levantan por encima de los tres metros. Todos los trabajadores corrimos por distintas direcciones. El peligro es inminente. Un valiente se aproxima con extinguidor en la mano y logra apagar el fuego. Lo controla. Poco a poco regresamos, algunos tienen miedo, se nota en su rostro.

No falto quien hace pasar un bolillo duro entre las manos, por si las dudas. El ritmo de trabajo ya no es el mismo, pero el peligro esta presente. Esta presente en todo momento. El tema de la plática son ahora los accidentes en los que las consecuencias son fatales. Gracias a Dios que no paso a mayores, no hay lesionados, solo fue el susto. Tal vez deje este trabajo porque es una labor peligrosa… Hoy sentí y vi la muerte de cerca por primera vez.

Nota: hoy que redacto esto, recuerdo lo bonito que fue cuando mi padre me enseño gran parte del oficio. Gracias Aristeo. Se acerca el 8 de marzo. Día de fiesta para todos los trabajadores de la pólvora. ¡Felicidades¡
Marzo 4, de 2011.

1 comentario:

  1. que bonito es lo bonito, verdad de Dios, sluod mi buen profesor, buen relato, aunque el año esta mal fue ese acontecimiento en 1999, sludos desde la antigua Teotlalpan

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